miércoles, 24 de septiembre de 2008

El vestido: engrama del pudor



El objetivo básico del vestido es diferenciar entre hombres y mujeres. Probablemente el primer vestuario ultilitario fue fruto de la improvisación, hombres y mujeres expuestos a climas extremos se amarraban al cuerpo pieles de animales o se ataban hojas anchas para protegerse del frío o de la lluvia.
La función social del vestido es ocultar el cuerpo pues, permite exhibir el cuerpo adornado en público mientras que la desnudez, en estado natural es atinente a la intimidad. El Psicólogo J.C. Flügel, considera que “nuestra actitud hacia la ropa es ambivalente, intentamos satisfacer dos tendencias contradictorias: el pudor y el deseo de ser objeto de atracción”.
Según el diccionario de la Academia Real de la lengua española, el pudor se define como honestidad, modestia y recato. El cristianismo sostuvo una oposición rigurosa entre cuerpo y alma, una de las formas de no caer en el pecado de la carne, de la impudicia, del morbo, fue ocultar el cuerpo, pero algunos sociólogos creen que el ocultamiento deliberado de ciertas partes del cuerpo se originó no como una forma de reprimir el interés sexual sino como un mecanismo para despertarlo, pues la ropa incita a la imaginación ya que el cuerpo humano desvestido no es por lo general muy excitante como pronto descubren los que acuden a un campo nudista.
Los adornos, aretes, collares, brazaletes, etc fungen como estimulantes visuales, toda indumentaria, aun la mas formal puede contener signos eróticos. En las tribus primitivas, los ritos de pasaje a la vida adulta de los adolescentes estaba marcada por la entrega de nuevas ropas y ornamentos, esta costumbre aun se puede observar en la fiesta rosada o de las “debutantes” muy popular en el Ecuador, donde la quinceañera deja de ser niña y pasa a ser mujer; como símbolo, calza zapatos de tacón alto, un elegante vestido cosido a la medida. Aquello indica que oficialmente esta habilitada para el intercambio exogámico.
El pudor es en cierto modo comparable con la fobia, pues sirve para proteger al Sujeto de la ansiedad que sobreviene si debe enfrentar una situación (psicológicamente) peligrosa, también ayuda a ocultar defectos físicos o puede develar estados psicopatológicos como la depresión que en estados mas profundos hace caer en la poriomanía, lo cual se devela en su apariencia descuidada, viste ropas raídas como las de un mendigo.
El vestido es un lenguaje en sí mismo, sus códigos nos permiten identificar la ideología, la pertenencia étnica y social o a que institución pertenece una persona, tal como sucede con el hábito que usan las monjas o el uniforme de los militares. Alison Lurie en su libro “El lenguaje de la moda” afirma que “llevar uniforme es renunciar a nuestra libertad de expresión pues obliga a repetir un diálogo escrito por otro, en el caso más extremo nos convertimos en parte de una masa de personas idénticas gritando al mismo tiempo todas las mismas palabras”.
Sea como sea, hay una articulación del vestido con la moda al tratar de satisfacer tres necesidades del ser humano: decoración, pudor y protección. Se dice que la moda no incomoda, pues se ha llegado a creer que ésta es una diosa misteriosa, cuyos decretos debemos obedecer más que comprender. La causa última de la moda es la competencia de orden social y sexual, imitar lo que envidiamos o admiramos y de eso precisamente se sirven las grandes empresas trasnacionales de la moda para separar a los seres humanos con signos de rango, riqueza, dominio y poder.
José Villarroel Yanchapaxi

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